1. ¿Quién eres y a que te dedicas a día de hoy en el ámbito industrial?
Soy Víctor, físico de Granada especializado en simulaciones, y trabajo como ingeniero de software en Qblox (Delft). Esta empresa produce componentes electrónicos para controlar procesadores cuánticos, y yo contribuyo ayudando a desarrollar una interfaz para diseñar experimentos cuánticos y traducirlos a lenguaje máquina.
2. ¿Por qué decidiste hacer el cambio del ámbito académico al industrial?
La razón principal es que la industria ofrece un abanico de posibilidades bastante amplio. Soy una persona curiosa por naturaleza y la idea de poder cambiar de rol e incluso de sector durante mi carrera me atraía bastante. Además, es posible ver el fruto del trabajo casi inmediatamente, por ejemplo viendo clientes satisfechos después de usar el nuevo producto que has desarrollado, o cómo unas nuevas estrategias de marketing (¿quién sabe en qué puedes acabar trabajando?) generan un aumento de ganancias.
Otra cosa que es importante para mí a la hora de pensar en el futuro es tener cierta libertad a la hora de escoger dónde vivir. Progresar en la universidad puede implicar tener que trabajar en una universidad de entre unas pocas en el mundo, quizás por mucho tiempo. Sin embargo, la industria es bastante más versátil en este aspecto porque la especialización se centra más bien en “habilidades” como programar, comunicarse con clientes, o dirigir equipos, y estas habilidades están en demanda en la industria tecnológica. ¡E incluso fuera de ella! No es raro ver pasar profesionales al sector financiero, por ejemplo, o incluso al sector legal para trabajar con patentes, por ejemplo.
3. ¿Ves mayor proyección en la industria que en la academia?
En general sí, y cuanto más innovador es el sector mayor es la proyección: sectores populares como la biotecnología o la computación cuántica crecen a un ritmo muy rápido y generan muchos puestos de trabajo, por lo que uno puede cambiar de rol con facilidad y acumular mucha experiencia (aunque a veces esto implique “bajar de nivel” temporalmente). La otra cara de la moneda es que esta proyección puede ser sólo temporal, ya que el mercado es impredecible. Puede ocurrir que un inversor importante se pasa a otro campo más nuevo e interesante y la empresa tenga que recortar personal. También podría darse el caso de que un determinado material o componente no pudiese suministrarse, provocando la quiebra de la empresa. Los sectores innovadores están en la zona de riesgo y no es raro que ocurran estas cosas. En sectores más establecidos, hay mucho menos dinamismo, pero son más estables y aún así es posible cambiar de puesto, crecer y encontrar nuevas oportunidades.
El hecho de que las habilidades valoradas en la industria sean de naturaleza más transversal es otra ventaja con respecto a la universidad, ya que en ésta se necesita ser un experto en temas muy concretos, y las posibilidades de trabajo suelen estar limitadas a unos pocos centros en los que se desarrollen esas líneas de investigación. Por otro lado, si se tiene mucha experiencia académica al hacer la transición a la industria, por ejemplo después de hacer un postdoc, los puestos de trabajo a los que se puede optar se vuelven mucho más especializados y escasos (suelen ser puestos de investigación en departamentos de I+D) y, como consecuencia, el mercado empieza a parecerse más a la academia. Tener demasiada experiencia en la industria puede volverse casi tan perjudicial como tener muy poca, así que en muchos casos es importante mantenerse en un punto intermedio abarcando una amplia experiencia lo más transversal posible.
De cualquier forma, creo que para tener una buena carrera en la industria es fundamental adaptarse y estar dispuesto a aceptar cambios.
4. ¿Dónde ves mayor competencia, a nivel laboral?
En la universidad, sin duda. La industria necesita gran cantidad de profesionales de todo tipo para crear productos funcionales y eficientes a partir de un hallazgo científico, mientras que estos hallazgos provienen, en la mayor parte de los casos, de unos pocos profesionales académicos. Además, evolucionar como investigador en la universidad implica necesariamente encontrar una plaza fija como profesor en algún momento, lo que es difícil y cada vez requiere más tiempo. Pero todo hay que decirlo, la industria está sujeta a las incertidumbres del mercado y en ocasiones la competencia puede volverse muy dura. Por ejemplo, hace un tiempo las grandes tecnológicas despidieron a cientos de expertos en inteligencia artificial y saturaron el mercado, por lo que las opciones de encontrar empleo en este campo concreto se volvieron prácticamente nulas durante una buena temporada.
Por supuesto, la industria es un mundo que se rige por reglas muy diferentes a las de la universidad, y uno tiene que aprender a moverse dentro de él. ¡Pero esto es contenido para otra entrada!
5. ¿Ves posibilidades de ejercer este tipo de trabajo en España, en tu ciudad natal u otra?
En Andalucía, por desgracia, la industria tecnológica aún no se ha desarrollado lo suficiente y es complicado encontrar un puesto de trabajo en el que poder continuar una carrera en el ámbito científico/tecnológico. Creo que el retorno implica cambiar a un sector diferente como el del transporte o el de los servicios informáticos o el financiero. Sin embargo, en España se están empezando a abrir muchas opciones, en concreto en la Comunidad de Madrid, Cataluña y el País Vasco. Hay empresas internacionales de todo tipo que tienen sus sedes en estas comunidades, ¡y he encontrado incluso varias empresas españolas especializadas en simulaciones y en computación cuántica!
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Victor Gervilla Palomar
Software Engineer
Victor Gervilla Palomar (Granada, España, 1992) es graduado en física por la Universidad de Granada y doctor en física computacional por la Universidad de Linköping (Suecia). Su curiosidad por explorar diferentes campos le llevó a salir de la academia y a entrar en el sector tecnológico holandés. Actualmente ejerce como ingeniero de software en la empresa de hardware Qblox (Delft).