Josep Manresa, licenciado en derecho y especializado en propiedad intelectual, es en la actualidad abogado de patentes en Barcelona y Rotterdam. Sigue leyendo para ver cómo es de interesante el mundo de las patentes y, si estás interesado, cómo llegar ahí.

¿En qué consiste tu trabajo como agente de patentes?

Básicamente, ayudo a que los inventores protejan sus ideas y no se las “tomen prestadas” sin permiso. Esto implica buscar antecedentes, redactar solicitudes, defenderlas ante examinadores (que a veces parecen disfrutar poniéndonos trabas) y celebrar cuando, después de mucho esfuerzo, la patente es concedida. También hay momentos menos glamurosos, como explicar a un cliente que su “idea revolucionaria” ya existe… y que alguien la patentó en 1922.

¿Qué es lo que más te gusta de tu trabajo?

Lo mucho que aprendo. Cada cliente es un universo de conocimientos y, si tienes curiosidad, cada día es una lección nueva. Física cuántica el lunes, biomateriales el martes, inteligencia artificial el miércoles… y así hasta que te sientes el rey del Trivial (pero con menos premios y más café).

¿Y lo que menos?

Decirle a un cliente que hay un antecedente que impide patentar la invención que ha desarrollado. A nadie le gusta que le rompan la ilusión, y menos cuando ha invertido tiempo y dinero en su idea. Es difícil, porque has de tener mucha mano izquierda para no tocar el orgullo. Algunos se resisten, porque las invenciones pueden no haberse comercializado, pero están allí. Otros pasan de ti y lo patentan con otro que no les importa registrar algo que no cumpla los estándares (es como si un médico avisa de algo y uno después fuera a un curandero).

¿Tienes contacto frecuente con científicos?

A todas horas. Los más propensos a patentar con nosotros son físicos y matemáticos (que parecen tener una conexión especial con las patentes) que vienen de pymes españolas. Los químicos y farmacéuticos, en cambio, suelen moverse en grandes empresas internacionales, aunque últimamente se han puesto de moda las startups en estos sectores. En el mundo médico, hay dos tipos de innovadores: los que desarrollan tratamientos para salvar vidas y los que inventan dispositivos para hacerlas más cómodas. Curiosamente, los primeros suelen estar en grandes laboratorios y los segundos en pequeñas empresas.

¿Algún ejemplo de patente científica que te haya llamado especialmente la atención?

Recuerdo un cliente, que era una excepcional persona. Él conocía por tradición popular que las cascarillas del café (lo que es la piel que envuelve el grano de café y se tira después de tostar) tenían propiedades curativas, pero no se sabía cuáles. Él mismo probó en su piel con las cascarillas del café y vio que mejoraba de algunas lesiones cutáneas que tenía. Con la psoriasis, por ejemplo, el resultado es que desaparecía o mejoraba muchísimo, facilitando la vida de las personas.

¿En qué sectores científicos/tecnológicos ves más actividad de patentes? 

Después del frenesí de las mascarillas, ahora destacan dos grandes áreas: el sector médico, que sigue imparable con avances en tratamientos y dispositivos, y el área de la sostenibilidad, con inventos relacionados con reciclaje, reducción de residuos y energías limpias. Básicamente, si tu invención ayuda a salvar el planeta o a mantenernos vivos más tiempo, tienes posibilidades de patentar algo interesante.

¿Qué consejo le darías a un científico que quiera patentar una invención?

Regla número uno: no lo divulgues. No se lo cuentes a nadie. Y cuando digo nadie, es nadie (ni a tu madre, ni a tu gato, ni a ese colega que jura que “no lo dirá a nadie”), salvo a tu agente de patentes. Si hablas de tu idea en público antes de solicitar la patente, puede convertirse en estado de la técnica y perderás la posibilidad de protegerla. He escuchado casos de invenciones divulgadas que son para estirarse de los pelos. Una que me contaron fue un profesor de universidad que, en una conferencia, se calentó y divulgó la invención. Te puedes imaginar la de horas y dinero invertidos, completamente a la basura.

¿Hay opciones profesionales para gente con perfil científico en el mundo de la propiedad intelectual?

Muchísimas. Por ejemplo, entrar como examinadores en una oficina nacional, en España, la Oficina Española de Patentes y Marcas, que regularmente convoca oposiciones para un puesto de examinador, muy bien remuneradas y, por lo que dicen, valen mucho la pena. Aquí al lado tenemos a la Oficina Europea de Patentes que también recluta. Por lo que me comentaron hace nada, al parecer, últimamente no pillan apenas españoles, porque hay muchos y dan prioridad a otras nacionalidades. Ahí necesitas llevar dos de las tres lenguas oficiales (inglés, francés y alemán) o el compromiso de saber la tercera en un periodo de tiempo corto. También están muy bien remunerados. Por último está la empresa privada, tanto en firmas grandes como laboratorios con departamento de IP, que disponen de un agente de patentes interno o externo (las llamadas “Law Firms”, como la mía).

¿Cómo se podría transicionar a tales opciones?

En España, mediante oposiciones (spoiler: son duras, pero bien pagadas). En Europa, con currículum, entrevista y un buen nivel de idiomas. En firmas privadas, aprobando los exámenes de capacitación en propiedad industrial. En España hay convocatorias anuales; en Europa, los temidos European Qualifying Examinations (EQE).

¿Qué habilidades son esenciales?

Curiosidad infinita: Cada cliente te lleva a un mundo distinto.

Pensamiento crítico: Tienes que analizar cada caso, saber entender los resultados, y trabajar con posibles limitaciones de esos resultados para encontrar la mejor protección para tu cliente.

Buena comunicación:  Explicar conceptos científicos a abogados y jueces no es tarea fácil.

Un buen “Don de Gentes”: saber hablar, aconsejar, ser honesto y decirle la verdad al cliente, mentalidad muy abierta para captar lo que te explican y, sobre todo, intuir cuando el cliente no te lo explica todo o te esconde algo.

Un cierto “modo psicólogo” a disposición: a veces los clientes te cuentan más problemas personales que detalles sobre su patente.

¿Qué consejo nos darías a alguno de nosotros que nos lo estemos pensando?

Pruébalo. Aunque algunos descubren que no es para ellos, otros nos enganchamos verdaderamente. Eso sí, prepárate para no parar de estudiar nunca: siempre tienes que estar actualizado, nuevas normativas, nuevas sentencias, nuevas maneras de interpretar, … has de ser un poco híbrido, ser de los dos mundos, el legal y el científico, uno solo no basta. 

Y un consejo extra: aprende a traducir ciencia a lenguaje humano. No le puedes explicar a un juez determinados conceptos científicos a lo bruto, eso puede ser la diferencia entre ganar y perder un caso. Recuerdo una vez que intentaba explicar a una jueza cómo el agua en un cilindro giratorio se concentraba en las paredes por la fuerza centrífuga. Saqué planos, fórmulas… y la jueza seguía con cara de “me estás hablando en klingon”. Así que improvisé: le expliqué que era el mismo movimiento que cuando se mezclaba el azúcar en el café con una cucharilla, y lo entendió de inmediato (¡y ganamos el caso!).

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Josep Manresa

Josep Manresa

Abogado de patentes en Barcelona y Rotterdam

Licenciado en derecho por la universidad de Barcelona, me especialicé en el campo de la propiedad industrial, y ahora trabajo como abogado de patentes representando a pequeñas, medianas, y grandes empresas, ya sea en Barcelona o en Rotterdam. Mi objetivo es que mis clientes, muchos de ellos científicos, mejoren su posición en el mercado internacional. Para que haya buena comunicación entre nosotros, intento mantenerme cerca de la ciencia, así que en mi tiempo libre me estoy sacando los grados de Química y de Ciencias Ambientales en la UNED y sigo a los jóvenes científicos de CENL.

Fuera del mundo profesional, lo que más disfruto es ver los partidos de voleibol de mi hija, y hacer senderismo con mi mujer, mi hija, y nuestro golden retriever. También soy un apasionado estudiante de Krav Maga, y soy fan del F.C. Barcelona y del rugby.